Terfrisa suspende pagos con 107 millones de deuda

img_ajimenez_20180111-130822_imagenes_lv_otras_fuentes_no_archivables_terfrisa-knJ-U434219068028K5D-992x558@LaVanguardia-Web

Frigorífics de l’Empordà (Terfrisa), compañía cárnica con sede en Vilamalla (Alt Empordà), presentó antes de fin de año concurso de acreedores en Girona con una deuda de 107 millones de euros. La empresa, que ya estaba en preconcurso desde agosto, ha pedido en su escrito al juez Hugo Novales que abra ya el proceso de liquidación, que ­propone llevar a cabo a través de la adjudicación directa de la ­unidad productiva a Frigorífics Costa Brava, del Grupo Cañigueral. La oferta, que ya obra en poder del juzgado y que permi­tiría salvar el negocio y toda la plantilla, no es pública, aunque fuentes conocedoras de la misma la calificaron ayer de “dura, pero digna”.

El juez declaró ayer el concurso de acreedores de Terfrisa y de su filial Carns Figueres –asesoradas ambas por Roca Junyent Advocats–, cesó a los admi­nistradores y otorgó la administración concursal al despacho Cuatrecasas. El grupo cárnico, con una plantilla de 94 personas y ventas de 70 millones el año pasado, está controlado por la familia Compte y participado con un 25% por la familia Ca­sademont.

Es una situación difícil para todos los stakeholders que tiene la empresa, por la incertidumbre que tienen y todos se preguntan ¿Qué pasará ahora?

Elaboración propia La Vanguardia

Crisis en Inglaterra por culpa del Brexit

La inflación sube, pero tanto los sueldos como las ayudas estatales llevan años congelados

_20180102211051-kvHI-U434104264728QuE-992x558@LaVanguardia-Web

El Reino Unido está tocado y corre el peligro de convertirse de nuevo en el enfermo de Europa, como ya lo fue en las décadas de los sesenta y setenta, con un crecimiento previsto para el 2018 de sólo el 1,2%, muy inferior al de la UE. En la quinta mayor economía del mundo hay pobreza (tanta como en Hungría y más que en Eslovenia o Irlanda) y una enorme desigualdad, y no debería ser consuelo que en la primera y la segunda (Estados Unidos y China) también la haya. Catorce millones de personas son oficialmente pobres (tienen menos del 60% del ingreso medio de un individuo o una familia), entre ellos cuatro millones de niños, dos millones de pensionistas, 2,3 millones de londinenses, una quinta parte de los escoceses, uno de cada cuatro galeses y uno de cada ocho ciudadanos con trabajo. Medio millón de personas tiene que recurrir a bancos de comida. No es de extrañar que la productividad sea una de las más bajas de la UE y lleve una década estancada.

Si el año pasado fue un desastre, el 2018 ha empezado todavía peor, evidenciado en toda su crudeza la dimensión de una crisis social que ha tenido sus altos y bajos (la década de Blair fue mejor), pero que tiene sus orígenes en el neoliberalismo descarnado de Margaret Thatcher y su continuación por los conservadores Major y Cameron. Los mayores recortes desde el final de la Segunda Guerra Mundial no podían pasar desapercibidos.

Se construyen pisos de lujo para millonarios, pero no casas de renta controlada para pobres

Que el año pasado murieran de gripe en Gran Bretaña medio centenar de personas ha sido calificado por los propios doctores como estadísticas del tercer mundo, atribuibles al deterioro de un National ­Health Service (NHS ) que fue en su día el modelo de todos los sistemas sanitarios públicos del mundo y hoy es una mera sombra de sí mismo. Para ahorrar, los pacientes son enviados directamente a urgencias en vez de al médico de cabecera, aunque tengan una dolencia leve. Como consecuencia, los hospitales están colapsados, y durante las fiestas navideñas la ocupación fue del 100%, 24 centros declararon la alarma roja y casi veinte mil personas se pasaron más de una hora dando vueltas en las ambulancias (como a veces los aviones antes de aterrizar), esperando una cama. En Stoke, un enfermo tuvo que esperar día y medio en una camilla en el pasillo. A las familias se les ha pedido que se lleven a casa a los ancianos hasta que se normalice la situación. La primera ministra Theresa May, en medio del escándalo, ha tenido que pedir perdón al país.

Para aumentar más la irritación generalizada, los ferrocarriles (que están subvencionados por el Estado) han aumentado sus tarifas, ya de por sí las más altas de Europa, en un 3,4%, lo cual significa que un abono anual para hacer conmuting entre Londres y Birmingham, Bath o Bristol cuesta doce mil euros, lo mismo que un sueldo bajo. Y cada vez son más las familias que tienen que abandonar la capital por el desorbitado precio de la vivienda (medio millón de euros de promedio).

Las ambulancias han de esperar hasta una hora para que se liberen camas en los hospitales

La falta de pisos de protección oficial es uno de los problemas sociales más graves del país. Thatcher privatizó muchos de ellos, y desde entonces el desarrollo de nuevos bloques es muy inferior a la demanda. El anterior alcalde de Londres, Boris Johnson, prefirió la construcción de apartamentos y oficinas de lujo para multimillonarios y fondos de inversión extranjeros que ni siquiera los ocupan.

En Gran Bretaña prácticamente no hay paro (un 4,2%), pero esa estadística es una falacia sin relevancia para la pobreza o la calidad de vida, porque millones de personas están empleadas con contratos basura ( zero hours), no sólo mal pagados sino en los que además han de estar permanentemente a disposición de la empresa para que les cambie los turnos. Los incrementos salariales en los últimos años han sido del 2% en el sector privado y del 1% en el público, muy por debajo del aumento del coste de la vida.

Pero no sólo han subido con el nuevo año las tarifas de tren, sino también la del gas (un 12,5%), y en cualquier momento lo harán las del agua, el teléfono y la electricidad, sectores que funcionan como cuasi monopolios, en muchos casos propiedad de consorcios internacionales con sede en Australia o Estados Unidos, sin contacto alguno con los consumidores. Apenas pagan impuestos y no invierten. Una de las propuestas más efectivas del líder laborista Jeremy Corbyn es su renacionalización. Las llamadas PFI (iniciativas de inversión privada) fueron una idea de Blair para construir escuelas y hospitales sin que el Estado se endeudara más. Pero han fagocitado todo el sector público, y hay más de 700 con un capital de 60.000 millones de euros.

Catorce millones de británicos, muchos de ellos con trabajo, son técnicamente ‘pobres’

Las ayudas estatales llevan cuatro años congeladas, y solicitar asistencia por desempleo, enfermedad o discapacidad se ha convertido en un proceso eterno y tortuoso, en el que el demandante se siente avergonzado por recurrir al Estado. Los presupuestos de los ayuntamientos han sido recortados hasta un 70% desde la llegada al poder de los tories. Los estudiantes universitarios de la “generación punto muerto” tienen que endeudarse casi de por vida para pagar las matrículas. Las tarjetas de crédito están exprimidas al máximo. Los coches se pagan a plazos, las viviendas son objeto de segundas hipotecas. La deuda personal es descomunal, una bomba de relojería. Impera una especie de apartheid social. Los que tienen y los que no tienen.

Theresa May dice que quiere liderar “un país que funcione” y que “controle su destino”. Pero ni una cosa ni la otra. Los británicos se encuentran en medio de una tormenta perfecta en la que no paran de recibir sopapos. Desindustrialización. Paf. Globalización. Pum. Deslocalizaciones. Ay. Privatizaciones. Zas. Austeridad. Toma ya. Exclusión social. Bang. Automatización. Uf. Y Brexit. Lo que faltaba…

Desequilibrio regional y centralismo

El desequilibrio regional y el centralismo se suman a los problemas estructurales del país. El poderío económico está centrado en Londres y el sudeste, las únicas zonas que contribuyen de manera neta a la economía nacional (el resto percibe más de lo que aporta). Un 25% de todos los impuestos sobre la renta y de sociedades se paga en la capital, donde además se toman todas las grandes decisiones políticas, económicas, administrativas y judiciales, y donde tienen su sede todos los periódicos de difusión nacional. La Inglaterra que votó por la permanencia en la Unión Europa subvenciona a la que votó por el divorcio. Si en el sur está la riqueza, en el norte y en el País de Gales los call centers y las plantas de distribución han sustituido a las minas, los altos hornos y las fábricas textiles y de manufacturas que no sólo proporcionaban trabajos bien pagados sino que además creaban tejido social y un clima de solidaridad obrera. En la localidad galesa de Ebbw Vale, que paradójicamente fue la circunscripción de Aneuris Bevan, el creador de la Seguridad Social británica, los precios de las viviendas son los más bajos del país, treinta veces inferiores a los de Londres, hay cuatro bancos de comida en un radio de cincuenta kilómetros cuadrados, un 12% de la población recibe ayuda por discapacidad y uno de cada seis habitantes sufre depresión.

Elaboración propia a través de La Vanguardia

BURBUJA EN EL FUTBOL

Los derechos televisivos ha provocado una fuerte inflación en el sector.

top10

Revolución en las cifras. Un reciente estudio elaborado por el Observatorio del Fútbol valora a cuatro futbolistas menores de 21 años en más de 120 millones de euros cada uno. Hasta la temporada 16/17 nunca antes se había pagado tal cantidad de dinero por un jugador, menos aún por jóvenes que aún deben consolidarse como estrellas. En solo dos años las cifras que se manejan en el mercado de fichajes han dado un salto cuantitativo que no siempre es exponencial al talento fichado.

El París Saint-Germain revolucionó el verano pasado el mercado futbolístico. Lo hizo a golpe de talonario, bajo el foco mediático y en medio de un vendaval de críticas. Los 222 millones de euros que pagó al Barça por Neymar pulverizaron todos los récords y convirtieron al brasileño en el jugador más caro de la historia. También incorporó a sus filas al joven Kylian Mbappé. Para cumplir el con el fair playfinanciero de la FIFA, el club dirigido por el catarí Nasser Al-Khelaifi llegó a un acuerdo con el Mónaco para diferir a la temporada 18/19 el pago de los 180 millones acordados. Estas operaciones encarecieron el precio del resto de futbolistas, incrementando aún más la fuerte inflación que desde hace dos años registra el mundo del fútbol. También alimentaron los rumores de una burbuja, pero muchos defienden que se trata de un nuevo equilibrio del mercado.

La lluvia de millones procedente de los derechos televisivos y la irrupción de fortunas empresariales respaldadas por fondos soberanos han cambiado las reglas del juego. Hasta 2016 nunca se había superado la cifra de los 101 millones de euros. En la última ventana invernal el Barcelona ha superado esa cantidad con la reciente incorporación de Coutinho, por el que ha desembolsado 120 millones más 40 en variables. No es el único caso. El pasado verano se rebasó en otras tres ocasiones, ya que a Neymar y Mbappé hay que sumar el fichaje de Ousmane Dembélé, operación que ilustra bien la inflación del mercado.

Las grandes fortunas respaldadas por fondos soberanos han cambiado las reglas del juego

En la temporada 16/17 el Borussia Dortmund pagó 15 millones por él y un año después lo vendió al Barça por 105 millones más 40 variables. En un año, el jugador se revalorizó un 600%. Es evidente que el precio que el Barcelona pagó por él estuvo condicionado por los millones que el PSG dejó en las arcas de los culés. Dembélé es uno de los cuatro futbolistas sub-21 que el Centro Internacional de Estudios del Deporte (CIES) tasa en más de 120 millones, aunque los tipos de tasación del mercado difieren.

Ousmane Dembélé ilustra la inflación que sufre el sector: en un año su precio se disparó un 600%

Si se toma como referencia al portal especializado en traspasos Transfermarkt, fichar al jugador francés costaría 30 millones. Un 72% menos de lo que CIES dice que vale, y un 68% por debajo del precio que el Barça pagó por él. Con todo, esa cifra es más del doble de lo que el Borussia desembolsó hace poco más de un año por el mismo jugador. Algo parecido sucede con Mbappé, al que Transfermarkt tasa en 90 millones, un 50% menos de lo que recibirá el Mónaco por su traspaso y de lo que el Observatorio del Fútbol dice que costaría ficharle hoy.

La burbuja comenzó a crecer a un ritmo vertiginoso en el verano de 2016. Un año antes el Tottenham pagó 6,6 millones por Dele Alli y el Manchester City 50 millones por Leroy Sané. Ambos tenían entonces 19 años. Hoy CIES los valora en 180 y 124 millones respectivamente, mientras que Transfermarkt los tasa en 60 y 45 millones. Según el portal especializado en fichajes, cuyas valoraciones suelen ser más ajustadas, el mediocentro de los Spurs se ha revalorizado un 809% en dos años, mientras que Sané tiene un valor en línea con lo que el City pagó hace dos años. Así pues, aunque las cifras que se manejan hoy en el mercado de fichajes reflejan una inflación creciente en la industria del fútbol y apuntan a una burbuja, también son evidentes los signos de que el sector se encamina hacia un nuevo equilibrio.

Elaboración propia a partir de Expansión

¿Trabajaremos cuando tengamos 70 años?

En 2050 España será el segundo país más envejecido del mundo después de Japón. Esto hará que crezca la ‘Generación U’, la de aquellos que no pueden retirarse. Prepárese para más de 50 años de vida laboral con la esperanza de que su empresa valore el talento senior.

 una-mujer-esta-en-el-supermercado-observa-a-un-abuelo-y-a-su-nieto-de-tres-anos-comportandose-mal-1481015948

Cansado tras una dura semana de trabajo? Acostúmbrese, porque aún le quedan muchas… Cada vez más… Los más agoreros pronostican que tendremos que trabajar incluso más allá de los 70 años. Quizá exageren al presentar un mercado laboral plagado de septuagenarios, pero hay una realidad incuestionable: trabajaremos más años en un entorno laboral que muestra sistemas de jubilación más escasos y que obligarán a prolongar la vida profesional y a ahorrar. El aumento de la esperanza de vida exige incorporar un concepto más flexible de edad laboral en un mercado de trabajo que demanda experiencia, profesionales más pegados al terreno -que se han tenido que enfrentar a situaciones adversas-, y en el que se valora el juicio y el criterio propio del talento maduro, que sabe adaptarse al entorno y tiene capacidad de comprometerse con proyectos comunes.

A la sostenibilidad de las pensiones se une la demografía, pero también la ausencia de una generación de reemplazo. Nekane Rodríguez, directora general de Lee Hecht Harrison, habla de una «generación Nini que difícilmente encontrará empleo igual que otras, y que terminó su formación en los años de la gran crisis, en la que disminuyeron sus salarios… Se trata de una bola de nieve que crece». Añade que «todo esto trae inevitablemente nuevos modelos. Jubilarse tarde, está bien, pero también hay otras soluciones para aquellos que tienen que trabajar más años, incluso hasta después de los 70, sea voluntariamente o por obligación. Hay que analizar qué se quiere como proyecto personal y como proyecto profesional. Se trata de una cuestión de enfoque. La cuestión es si se pretende seguir con un trabajo similar al que se tiene; si existe la posibilidad de compaginar una actividad flexible en la empresa, o combinarla con otras. No es continuar con un empleo ascendente y con la misma intensidad. Las carreras profesionales son diferentes a partir de los 60 años. Cambia la mentalidad del individuo, la de la empresa y hasta el soporte legal, y pueden darse combinaciones y fórmulas alternativas, nuevas modalidades contractuales, más flexibilidad y más proyectos dentro de las compañías que no tienen que ver con subir o progresar, como puede ser convertirse en mentor de los más jóvenes».

Mentores

Pablo Urquijo, director general de Experis, coincide en que «hay algunas posiciones que puede ocupar un sénior, incluso un septuagenario: coach, mentor, formador, guía de gente con menos experiencia… Ahora se introducen en las compañías jóvenes que hacen de mentores de la Generación X o de los Boomer sin conocimiento tecnológico, pero puede ser que gente sin experiencia tenga como mentores a profesionales sénior con más experiencia».

Urquijo añade que «surgirán formas de relación diferentes entre la empresa y el empleado: freelance, consultores externos, por proyectos. Y que no sea un contrato fijo permanente. Alguien con 70 años que tenga mucha experiencia en un área específica puede ser contratado por días o por meses para ser, por ejemplo, mentor».

Carlos de la Torre, of counsel de Baker McKenzie, considera que el gran reto está en dirigir personas en plantillas muy maduras: «La clave en una sociedad envejecida es cómo gestionar todo esto en positivo, eliminando falsos mitos, como que los sénior no se adaptan, que no son flexibles, o que no son productivos… La planificación es clave. Hay que prever y no improvisar, incorporando planes de diversidad». Se refiere asimismo al «conflicto del colapso» y al problema del reemplazo, y se plantea cómo gestionar salidas en un entorno normativo que limita la capacidad de las empresas: «Se pueden producir salidas de profesionales sénior, pero también dar entrada a esos senior en otras compañías con formatos diferentes, otorgando más peso al salario variable. Es necesario hacer una promoción de la gestión de la edad en la empresa -con programas de aging y de transición de la jubilación- y un autodiagnóstico y planes de acción que incluyan cambios de puesto, la promoción de la figura de los mentores, la contratación de mayores de 55, o los planes de carrera para sénior.

Valentín Bote, director de Randstad Research, cree que «vivimos una relación laboral interpretada de forma binaria (jornada laboral con horario fijo), pero hay alternativas a tiempo parcial que no se deben penalizar, modalidades de trabajo semipresencial, o teletrabajo. Y habrá que atender al profesional que trabaje con varios clientes, con más de una empresa. No es un asalariado, sino que vende sus servicios profesionales a varias compañías. Hay opciones más allá del contrato a tiempo completo

La presión del reciclaje

Bote explica además que «todo cambia mucho y se valora lo que se sabe, pero también lo que somos capaces de aprender. Esto es muy apreciado en los procesos de selección. Existe una necesidad continua y acelerada de reciclaje profesional en la generación sénior para que desarrolle su carrera profesional, y hay una presión personal para recualificarse constantemente. Además, vivimos un mensaje contradictorio en España: se da importancia al hecho de prolongar la vida profesional, pero se produce una cierta inmovilidad laboral de los de más edad, que experimentan dificultades para incorporarse al mercado de trabajo».

En este sentido, un informe de la Fundación Adecco concluye que es a partir de los 55 años cuando las oportunidades profesionales caen estrepitosamente. Según Francisco Mesonero, director general de la fundación, «quedarse sin empleo a las puertas de la jubilación es un problema de dimensiones mayúsculas. Muchos desempleados mayores de 55 pierden su trabajo con una pequeña indemnización que no les cubre hasta la edad de jubilación, lo que les exige buscar un empleo que, en muchas ocasiones, nunca llega. En estos casos, el paro puede convertirse en una situación crónica y se incrementa notablemente el riesgo de exclusión social». Un 61% de estos sénior no ha sido llamado para una entrevista de trabajo en el último año, a pesar de que el 56% aplica a varias ofertas de empleo semanales. El 90% achaca esta falta de oportunidades laborales a su edad.

Nekane Rodríguez considera que las organizaciones serán muy diversas, y en ellas trabajarán y convivirán profesionales de hasta cuatro generaciones diferentes, con cualidades y formas de actividad muy distintas: «En esa diversidad de las compañías será necesario gestionar lo que cada uno puede aportar. Se necesita el entendimiento mutuo y comprender que la diversidad ayuda en la creatividad, en complementarnos y en compensarnos. La pregunta es si vamos a vetar el crecimiento de los jóvenes, cómo progresan o promocionan».

Elaboración propia a partir de  Expansión

El último Nobel de Economía habla sobre la situación de Catalunya

  • El economista se ha mostrado escéptico con usar consultas populares para cualquier cuestión
El último Nobel de Economía: Catalunya debe preguntarse si “vale la pena” ser independiente
El Nobel de Economía de 2017, Richard Thaler, cree que Catalunya debería preguntarse si, “dado lo que puede lograr, ¿vale la pena?” ser un país, ha dicho a Efe en Estocolmo, donde el domingo recibirá el galardón.

Para el economista estadounidense “una cosa es tener un voto sobre si, en principio, te gustaría separarte y otra pregunta es: dados los términos que puedes lograr, ¿vale la pena?”.

Aprender de los referéndums

El considerado padre de la economía de comportamiento considera que es “muy fácil decir: sí, nosotros deberíamos ser nuestro propio pequeño país, pero es más duro decir cuánto se está dispuesto a pagar por ello”.

Además, se ha mostrado escéptico con usar consultas populares para cualquier cuestión. “Creo que deberíamos haber aprendido que los referendos no son la mejor manera de zanjar este tipo de asuntos”, ha dicho en referencia al Brexit y ha considerado que “hay una lección similar para Catalunya”.

El Brexit como ejemplo

Thaler, de 72 años, ha sido galardonado con el Premio Nobel de Economía por sus contribuciones a la economía del comportamiento que, según la Academia Sueca, ha permitido construir puentes con los análisis psicológicos de la toma individual de decisiones.

La economía del comportamiento es una disciplina que usa la psicología para hacer un análisis más realistas de cómo piensan y actúan las personas cuando toman decisiones económicas, pues en ellas no siempre prima un comportamiento racional.

Libertad con empujones

La aportación de Thaler a la economía conductual se basa en la consideración de tres aspectos psicológicos: racionalidad limitada, percepciones sobre lo que es justo y falta de autocontrol. Por ello, considera que las instituciones públicas y privadas pueden dar a los individuos pequeños empujones o acicates hacia la dirección correcta, manteniendo siempre la libertad de elección de estos.

Elaboración propia a partir de La Vanguardia