Brotes de capitalismo en Corea del Norte

Es cierto que Pyongyang está cambiando a ojos vistas. En el ambiente se palpa una mejora económica que hasta hace cinco años era aún casi inexistente, fruto de un crecimiento que el Banco Central surcoreano calcula entre un 1 y un 5% anual.

Se han multiplicado los restaurantes, muchos con unos letreros de neón impensables hasta hace bien poco y con una notable variedad de oferta: menús coreanos, italianos, japoneses o incluso, como pudo constatar esta corresponsal, vino español en tetrabrik; los tétricos almacenes de años atrás, con escasos productos a la venta y ocultos tras cristales esmerilados, se están reconvirtiendo rápidamente en comercios con una gama relativamente amplia de productos, casi todos locales o importados de China. Los puestos callejeros ofrecen patatas fritas, manzanas y pastelillos.

En las calles del centro, casi completamente a oscuras dos años atrás, lucen ahora farolas. Hay mucha mayor variedad en los trajes y los peinados; abundan las ofertas de ocio en megacentros recién estrenados, una de las prioridades de Kim Jong-il que su hijo, Kim Jong-un, ha continuado desarrollando con entusiasmo: parques acuáticos, un zoológico, cruceros por el río, cines… El centro se ha convertido en un mar de grúas: al menos en las zonas en las que se permite el acceso a los periodistas extranjeros, no parece haber calle en la que no se construya un nuevo edificio de múltiples pisos. Una novedad sintomática: ahora los dos o tres primeros niveles de cada bloque se destinan sistemáticamente a comercios.

 

Soldados marchan por la calle Ryo Myong tras una ceremonia de inauguración de un nuevo proyecto de desarrollo residencial en Pionyang, en abril
Soldados marchan por la calle Ryo Myong tras una ceremonia de inauguración de un nuevo proyecto de desarrollo residencial en Pionyang, en abril EFE

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comentario: En Corea una se percibe una mejora económica que hasta hace cinco años era aún casi inexistente, a causa  de un crecimiento que el Banco Central surcoreano calcula entre un 1 y un 5% anual. Se han multiplicado los restaurantes En las calles del centro, casi completamente a oscuras dos años atrás, lucen ahora farolas. Hay mucha mayor variedad en los trajes y los peinados. El centro se ha convertido en un mar de grúas.

Con este alarde de prosperidad, el régimen de Kim Jong-un quiere enviar el mensaje de que no le importan las sanciones contra su programa de armamento, endurecidas tras las pruebas nucleares y de misiles del año pasado.

fuente: El País

El retorno de Karl Marx

En la Feria del Libro de Madrid de 2012 el libro más vendido fue una edición ilustrada del Manifiesto comunista. Apenas cinco años antes algo así hubiera sido impensable. Hoy el retorno de Marx (1818-1883) se ha convertido en un tópico periodístico, pero durante mucho tiempo su legado intelectual estuvo en cuarentena. Por ejemplo, en 2005 Jacques Attali comenzaba su biografía de Marx justificando su interés por un pensador al que “casi nadie estudia” y es considerado “responsable de algunos de los mayores crímenes de la Historia”. En lo más crudo de la posmodernidad nadie pronunciaba la palabra “materialismo” sin añadir el adjetivo “vulgar” para vacunarse contra las sospechas de nostalgia metafísica. En un libro de 1995, Terry Eagleton tenía que recurrir a toda su capacidad argumentativa para rehabilitar la noción de ideología, que el posestructuralismo había expurgado del léxico político. Hoy el filósofo vivo más conocido del mundo, Slavoj Zizek, es un materialista dialéctico experto en ideología.

El retorno de Marx es, en el fondo, la venganza del siglo XX. Nuestro paisaje político recuerda a un apocalipsis zombi. Problemas que imaginábamos muertos y enterrados, como la lucha de clases, han resucitado con una violencia salvaje. El siglo pasado lidió con estos conflictos a través de estrategias que se entendieron a sí mismas como recepciones antagónicas del legado marxista. Una versión espuria del pensamiento de Marx fue, literalmente, la filosofía oficial de los países soviéticos. Mientras dictadores sanguinarios amparados por Occidente justificaban sus crímenes como respuesta a la amenaza diabólica del marxismo.

«El retorno de Marx es la venganza del siglo XX. Problemas que creíamos enterrados han resucitado con una violencia salvaje»

Comentario: En la Feria del Libro de Madrid de 2012 el libro más vendido fue una edición ilustrada del Manifiesto comunista. La lucha de clases, han resucitado con una violencia salvaje. Según algunos análisis  Marx es el autor científico más influyente de la historia o, al menos, el más citado. Sin embargo, la edición crítica de sus textos en alemán aún está en curso.

Marx, aniversario de un economista

Pocos autores anticiparon la fuerza creativa del capitalismo como Carlos Marx, de quien se cumple 150 años de la publicación del primer tomo de su obra cumbre, El Capital, dedicada a analizar en profundidad lo que de especial tenía ese nuevo «modo de producción burgués». Ya en el Manifiesto comunista encontramos frases como ésta: «La burguesía, en un siglo, ha creado fuerzas productivas más variadas y colosales que todas las generaciones pasadas tomadas en su conjunto». Y añade: «La burguesía no existe sino a condición de revolucionar incesantemente todas las relaciones sociales», empezando por darle «un carácter cosmopolita a la producción de todos los países (…) Impulsada por la necesidad de mercados siempre nuevos la burguesía invade el mundo entero», ya que todo lo convierte en mercancía que se compra o se vende «incluyendo la producción intelectual».

Nadie más supo anticipar, en 1848, lo que hoy llamamos globalización como una tendencia imparable de la lógica intrínseca del capitalismo. De esa fascinación por la fuerza revolucionaria de la burguesía, que consigue que «todo lo que era sólido y estable sea destruido», surge la necesidad de analizar detalladamente «el capital (que) es la fuerza que todo lo domina en la sociedad burguesa». Y lo hace tras estudiar detalladamente la historia y la realidad de su época, ya que Marx era «un hombre verdaderamente informado» (Schumpeter), y «su fuerza se halla en el realismo del conocimiento empírico del sistema capitalista» (Leontieff).

Al igual que Adam Smith, encuentra la explicación a esa fuerte capacidad dinamizadora de la burguesía en la existencia de competencia entre capitalistas y en su necesidad de maximizar los beneficios, ya que «la obtención de ganancias es el solo fin que persigue» el capitalista, en un proceso «inacabable y sin descanso», hasta el punto de señalar que el objetivo de la economía capitalista no es satisfacer necesidades humanas, sino ganar dinero para incrementar la acumulación de capital.

Pero, a diferencia de Smith, para Marx, poner en marcha estas dos fuerzas no conduce a la economía a un estado de equilibrio, sino todo lo contrario: de la mano de sus contradicciones intrínsecas, sólo avanza en medio de crisis recurrentes que finalizarán en un colapso total del modelo.

«Si hemos vivido esperando el hundimiento del capitalismo ha sido por el análisis de Marx»

Lo primero, por tanto, es encontrar una explicación sobre el origen del beneficio de los capitalistas, y la encuentra en la diferencia entre el valor de cambio de las mercancías que produce el trabajador y el salario que cobra por ello. Se trata de la famosa «plusvalía», de la que se apropia el capitalista en su calidad de propietario de los medios de producción. A partir de ahí, la relación entre plusvalía y capital total desembolsado sería la tasa de ganancia que no está determinada por razones técnicas de la producción, sino por la relación social de fuerza entre trabajadores y empresarios que es lo que determinará el salario, la plusvalía y, con ello, la ganancia. De aquí que la demanda agregada de trabajadores y empresarios dependa de cual sea la distribución de los ingresos entre salarios y beneficios.

Marx es de los primeros en desarrollar una teoría del crecimiento económico que él llama «proceso de acumulación de capital», que se realiza convirtiendo una parte de la plusvalía en capital adicional (inversión), en busca de ganancias adicionales. Y ese proceso de expansión va intrínsecamente acompañado de cuatro rasgos diferenciales del capitalismo: la innovación productiva, la búsqueda de nuevos mercados, la concentración del capital en grandes corporaciones monopolistas y crisis periódicas por incapacidad para ajustar oferta y demanda en los diferentes sectores económicos (Marx fue un precursor del análisis tipo tablas input-output). Todo junto, permite a Leontieff alabar «su brillante análisis de las tendencias a largo plazo del sistema capitalista», señalando que «el análisis vigente del ciclo está claramente en deuda con el pensamiento marxista».

Ninguno de estos activos de El Capital contrarresta los problemas que también arrastra su análisis económico (el librito de la keynesiana Joan Robinson sigue siendo una delicia al respecto) derivados, en parte, de su filosofía de la historia (la lucha de clases) según la cual el capitalismo era, como el esclavismo o el feudalismo, un sistema social transitorio que había criado en su seno a quien sería su sepulturero: el proletariado. A partir de ahí, sin detallar el sistema «comunista» llamado a sustituirlo, apunta los elementos del inevitable «derrumbe» de la sociedad burguesa, incapaz de resolver las múltiples contradicciones que ella misma estaba desatando por todo el mundo. Sin duda, es en su calidad de profeta donde más ha fallado Marx al no contemplar la posibilidad de que el capitalismo fuera capaz, como ocurrió, de encontrar su principal mercado en el interior del propio sistema mediante la integración del proletariado, en lugar de condenarlo a esa pauperización creciente que él había previsto como inevitable y que dio pie a los estudios de la desigualdad social.

Resulta muy controvertido establecer la relación entre el pensamiento de Marx y lo que luego ocurrió en su nombre. Baste recordar que la revolución leninista en Rusia, un país agrario sin casi proletariado fue, en palabras del fundador del PCI, Antonio Gramsci, una «revolución contra El Capital».

Pero si hemos vivido durante todo el siglo XX esperando el hundimiento del capitalismo, al menos, hasta que vimos en 1989 el derrumbe del comunismo, ha sido por el análisis de Marx.

Comentario: La obtención de ganancias es el solo el  fin que persigue el capitalista, en un proceso inacabable y sin descanso. Lo primero, por tanto, es encontrar una explicación sobre el origen del beneficio de los capitalistas, y la encuentra en la diferencia entre el valor de cambio de las mercancías que produce el trabajador y el salario que cobra por ello. Marx es de los primeros en desarrollar una teoría del crecimiento económico que él llama «proceso de acumulación de capital. Sin duda, es en su calidad de profeta donde más ha fallado Marx, hemos vivido durante todo el siglo XX esperando el hundimiento del capitalismo,  hasta que vimos en 1989 el derrumbe del comunismo, ha sido por el análisis de Marx.

 

Fuente: El Mundo

Transcripción de El marxismo es el modelo teórico explicativo de la realidad

El marxismo es el modelo teórico explicativo de la realidad compuesto principalmente por el pensamiento desarrollado en la obra de Karl Marx, economista, filósofo y periodista revolucionario alemán de origen judío.
El contribuyó en campos como la sociología, la economía, el derecho, y la historia; y así como también la serie de pensadores que complementan este modelo
Los componentes centrales del modelo teórico explicativo marxista son esencialmente cuatro elementos:

En primer lugar el concepto de «lucha de clases», que es formulado por primera vez en el Manifiesto comunista y que progresivamente se va transformando en el método de análisis de la historia humana en torno al concepto de «clase social», «contradicción» y «división social del trabajo»

El segundo punto central del modelo teórico marxista es la crítica a la economía capitalista, el cual es desarrollado extensamente en su obra El capital, compuesto por tres tomos oficiales y un cuarto tomo editado de manera póstuma bajo el nombre de Historia crítica de la teoría de plusvalía; en esta obra Marx desarrolla un modelo alternativo para calcular el concepto de «valor» de la economía capitalista, basado en el «tiempo de trabajo socialmente necesario» para la producción de «mercancías».

El tercer punto central es el concepto de «ideología» que es desarrollado por Marx en sus primeros libros como La ideología alemana y que intenta explicar las formas de dominación mental de la sociedad capitalista y su relación con la composición económica de esta. Este concepto es abandonado por Marx para centrarse por años en el análisis político, sin embargo vuelve a aparecer con fuerza en su libro El capital bajo el concepto de «fetichismo de la mercancía».
El cuarto punto central del modelo teórico marxista es el concepto de «comunismo», el cual es una teórica y utópica sociedad humana que puede sobrepasar los límites de la sociedad capitalista formada en la explotación humana. el significado de comunismo se encuentra en una síntesis, tanto como de los problemas económicos fundamentales encontrados de manera explícita en El capital, como un análisis de la crítica política-jurídica hecha por Marx a las instituciones capitalistas.

Comentario:

Karl Marx fue un economista, filósofo y periodista revolucionario alemán de origen judío. El marxismo fue creado a partir del pensamiento de Karl Marx, el modelo teórico explicativo marxista se fundamenta en cuatro elementos: lucha de clases, crítica a la economía capitalista, concepto de ideología y el concepto de comunismo.

Lucha de clases, que es formulado por primera vez en el Manifiesto comunista. La crítica a la economía capitalista, el cual es desarrollado extensamente en su obra El capital. El concepto de ideología, ideología alemana que intenta explicar las formas de dominación mental de la sociedad capitalista y su relación con la composición económica de esta. El concepto de comunismo, que es define como sociedad capitalista formada en la explotación humana

Fuente: Prezi

 

 

 

 

Distingamos marxismo y comunismo: el primero es un sistema filosófico y el otro es un sistema político

MARIANO Borges
24/11/201 El Diario de Aragón

El avance neoliberal está siendo tan rápido y tan radical que uno tiene que mirar hacia atrás para rearmarse ideológicamente. Y en esta retrospectiva te encuentras con el que nunca debimos olvidar, Karl Marx, al que hay que reivindicar en sus justos términos. Me refiero al Marx filósofo que analiza la realidad que pretende cambiar, cual es la sociedad de su tiempo, y no tanto al Marx al que canonizaron y malinterpretaron en la URSS. Distingamos marxismo y comunismo: el marxismo es un sistema filosófico y el comunismo es un sistema político. Con elementos teóricos comunes pero con objetivos y resultados muy distintos.

Excusándome por la grosera simplificación, Marx elabora una teoría de la realidad social denominada «Materialismo Histórico». Esta teoría dice que en la base hay una estructura económica donde coexisten dos clases sociales: la de los capitalistas o explotadores y la de los proletarios o explotados. Por encima de la estructura económica está la superestructura ideológica (política, derecho, moral, religión, filosofía y arte) que conforma la «conciencia social». La estructura económica condiciona la superestructura ideológica y ésta justifica a aquella, a la vez que procura su supervivencia. Los sistemas político, jurídico y religioso forma el esqueleto fundamental de esa conciencia social o superestructura. Y tienen como función justificar y mantener la situación de explotadores y explotados. Que haya individualidades y excepciones entre los profesionales de cada uno de los sistemas no anula que el sistema en su conjunto sirva para lo que sirve.

Extrapolando el análisis marxista a la actualidad, podemos observar multitud de ejemplos que ratifican la veracidad del mismo. Los desahucios se ejecutan por una ley (superestructura jurídica) que los autoriza, incluso, según dicen los jueces, les obliga a ejecutarlos. Los políticos dicen que no les queda más remedio que obedecerlos y que hay que tener cuidado no vaya a ser que el elemento sistémico bancario se venga a abajo y con él el país entero. La Iglesia no dice nada. Incluso para algunos de sus jerarcas es una situación positiva porque potencia la caridad en detrimento de la justicia.

Podemos seguir con más ejemplos: el paro, los despidos laborales, los bajos salarios, el desmantelamiento de lo público- todos tienen su superestructura jurídica y política explicando la justicia legal de los mismos. Y ahora más que nunca gracias a la Ley de Reforma Laboral. En fin, por no ser reiterativo, vayan ustedes repasando cualquier situación de precariedad para unos y de enriquecimiento para otros, y aplíquenle el esquema explicativo de don Carlos.

La situación es tan radicalmente negativa que solo con medicina fuerte puede el enfermo sanar. Como prescripciones médicas pueden servir las siguientes:

1) Que nadie se asuste de los conceptos ni de las teorías, sino de los hechos.

2) Que nadie condene el marxismo si no lo ha leído. Si lo ha leído, que argumente sus tesis y antítesis y las discuta con honestidad.

3) Que los políticos no se justifiquen por la existencia de leyes que autorizan la injusticia moral, que puede ser justicia legal. Los políticos están para cambiar las leyes que no solucionen los problemas sociales. Todas las leyes son humanas y, por lo tanto, modificables y perfeccionarles. El sistema religioso habla de leyes divinas que no se pueden modificar porque proceden de dios.

4) La política se inventa para organizar la sociedad de la manera más beneficiosa para la mayoría social. De todas las éticas que ha habido en la historia la más útil ha sido la ética utilitarista (Bentham; Stuart Mill), precisamente por su dimensión política. Dice que las acciones son buenas o malas en la medida en que tiendan a aumentar o disminuir la felicidad general.

5) El cambio social se da cuando se modifica la estructura económica, que es la que genera la superestructura ideológica. Y no al revés, porque los dueños de la economía nunca modificarán las leyes ni la política, a no ser que se les obligue. Véase el paripé lampedusiano (cambiar algo para que nada cambie) que han hecho con los desahucios de viviendas.

Conclusión: Hay que saber analizar y explicar lo que pasa. Luego podremos modificarlo o no, pero intentémoslo al menos. Todo tipo de protestas sociales son bienvenidas, ya que la parálisis social garantiza el fracaso más absoluto. Hasta hace poco tiempo éramos optimistas por sentido del presente, ahora toca ser pesimistas por sentido de futuro. Para Marx la enajenación entendida como searación es una condición del capitalisme, entiendo que es cierto que en el capitalisme el trabajador esta muy lejos  y separado no solo de las herramientas y medios  sino también del procto que ha producido. Comparto con la idea maxista que en lugar de que el trabajador se realice y se crezca con su Trabajos, con  lo que esta creando y produciendo acudiendo con ilusión a su lugar de Trabajo, va  a trabajar de forma obligada con cierta amargura simplemente para ganar un dinero con el que atender a sus necesidades «Así que», escribió Marx, «el trabajador se siente a si mismo cuando no trabaja; cuando trabaja, no se siente a si mismo” La única manera de superar esta

Fuente: socialistworker