El dólar es nuestra divisa, pero es vuestro problema

Tal y como comenta el artículo del pasado día 10 de noviembre el dólar esta provocando problemas a nivel mundial ya que el mundo sufre la llamada dólardependencia.

Antes de explicar porque hemos llegado a este extremo me gustaría hacer una breve historia de porque se adoptó el dólar en 1971 como moneda oficial para hacer comercio internacional entre los diferentes comercios.

En 1944 se firma el convenio de Bretton-Woods con el objetivo de encontrar una estabilidad a la hora de hacer acuerdos internacionales y a su vez evitar una especulación monetaria.
En dicho acuerdo, se fijaba el valor de una onza de oro a 35$ y al inrevés, es decir que por cada 35$  . Además, se prohibió a los Bancos Centrales de cada país la arbitraria devaluación de su moneda para conseguir competitividad de precios y aumentar las exportaciones. Debido a la recuperación después de la II Guerra Mundial, con la necesidad de bienes y servicios hicieron que se diera un flujo enorme de capitales a nivel internacional que desestabilizó los tipos de cambio pactados en Bretton-Woods.

Finalmente el convenio fue abandonado en 1971, y el dólar pasó a ser la moneda de cambio oficial a través de la eliminación del compromiso de pagar con oro el valor del dólar. En Europa, se dio vida al dólar como patrón comercial internacional, pese a que en la actualidad ya no lo usen. Por otro lado, América Latina tuvo gran éxito hasta que el punto que transformó al  dólar  de papel como principal moneda de divisa.
Por tanto, si año tras año, por cada transacción se lleva un pequeño interés, imaginemos que han hecho en más de 35 años.
Los datos presentados por el Banco Internacional de Pago, el dólar está presente en el 85 % de las transacciones mundiales de divisas e incluso el Fondo Monetario Internacional que certifica que el 60% aproximadamente de las reservas mundiales en moneda extranjera son dólares.
El problema del dólardependencia es que las decisiones tomadas por EE.UU. afecta a todos y por tanto, su último movimiento, la impresión de 600.000 millones de dólares,  aumentando la desconfianza, y sobretodo generando una inflación, es decir, una subida de precios en países como está sucediendo a los países latinoamericanos, y por consiguiente una depreciación de la moneda.

No obstante, pese a que EE.UU. creen que la medida de inyectar dinero pretende reforzar la recuperación económica y luchar contra la caída de precios, los economistas creen que esta medida afecta de manera negativa ya afecta a las exportaciones e importaciones de Europa y Japón entre otras.

Por ellos, en la reunión del G-20 debido al malestar general se temía que los mercados emergentes dieran la cara y se opusiesen a EE.UU. Además, se sumaría al esperado llamamiento a que sea el mercado, y no la mano visible de las respectivas autoridades, el que determine el tipo de cambio de las divisas. No obstante, la realidad es otra, ya que no hay ninguna moneda que pueda sustituir al dólar. De hecho el euro y el yuan (moneda china) no están dispuestas a ser la moneda sustitutiva.  Otra solución sería volver al estilo cambiario de Bretton Woods, resulta bastante ya que muchos expertos creen que no hay un intereses comunes y por tanto no hay un incentivo que ayude al cambio.

Estos problemas se han debatido en la cumbre celebrada en Seul por el G-20, donde no se ha logrado fijar límites para frenar la guerra de las monedas.

Por tanto, aunque parezca irónico, el mundo sabe que debe rebajar su dólardependencia, pese a que el FMI y el Banco Mundial obliguen al pago de la deuda externa en dólares o pese a la OPEP (organizaciones de países exportadores de petróleo) quien controla la gran oferta de petróleo que da a los usuarios de a pie como nosotros, es decir el control de la energía primaria. Por ello, aunque quieran hacerlo es complicado y no encuentran el modo de hacerlo.