Los Gobiernos de Francia y Alemania han realizado una propuesta para la creación de un presupuesto que impulse la competitividad y la cohesión
La zona euro enfrenta serios desafíos. La crisis nos ha recordado los problemas de competitividad y convergencia. Pero, además, ha sido evidente la ausencia de un instrumento para la gestión de los ciclos económicos. Los Gobiernos de Francia y Alemania han realizado una propuesta para la creación de un presupuesto de la eurozona que impulse la competitividad y la cohesión, que tiene características singulares en una unión monetaria, y a su vez permita gestionar el ciclo. Esta propuesta se une a los reglamentos elaborados por la Comisión, que están en trámite legislativo. La Comisión defiende la creación de una función estabilizadora de las inversiones. A través de un acuerdo intergubernamental se crearía un fondo conformado por aportaciones de los Estados similares a los beneficios del BCE que cada uno de ellos recibe. Ese fondo subvencionaría los intereses de unos créditos, prestados por la Comisión con el presupuesto como respaldo y otorgados de manera automática a los países en crisis para mantener la inversión. No habría condicionalidad ex post, sino la observación ex ante de las recomendaciones de la Comisión del semestre europeo.
Esta propuesta podría dar cobertura a la idea franco-alemana que también apuesta por la creación de un fondo con aportaciones de los Estados y recursos propios para constituir ese presupuesto. En todo caso, el fondo debería no solo otorgar créditos a los Estados, como propone la Comisión, cuya función estabilizadora es muy liviana en la medida que solo se mutualiza el abono de intereses, sino que debería tener la capacidad para gestionar la demanda directamente. Pero esto tampoco está presente claramente en la propuesta franco-alemana, cuya gobernanza intergubernamental, con independencia del control democrático, no permite una gestión global del área euro. Así, habilita casi exclusivamente un instrumento para complementar la inversión en competitividad y convergencia, pero presenta escasos efectos estabilizadores.
Las elecciones europeas del próximo mayo se plantean como un enfrentamiento entre los demócratas y las amenazas totalitarias, pero además los socialistas debemos remarcar nuestras señas de identidad, solidificadas en torno a la búsqueda del crecimiento y la creación de empleo, y la emersión del pilar social, que puede impulsarse con ese apoyo a los desempleados como herramienta anticíclica central.
Elaborado por Lluïsa Vinaixa a partir de El País
Debe estar conectado para enviar un comentario.