Ryanair solía tener una reputación negativa. Michael O’Leary, su director ejecutivo, bruscamente criticado por quejarse de los pasajeros, de las aerolíneas rivales y los empleados «vagos». En 2013 O’Leary dijo que iba a adoptar una actitud más positiva. Eso es lo que creímos todos hasta que el pasado 27 de septiembre, Ryanair anunció la cancelación de 18.000 vuelos entre noviembre y marzo, pocas semanas después que también anunciaran el desecho de 2.100 vuelos programados para este otoño. El señor O’Leary describió el movimiento como «sensible», mientras que la página web de Ryanair lo calificaba como un plan para «crecer más despacio».
Ryanair comentó que las cancelaciones permitirían solventar de una vez por todas los problemas ocasionados por la escasez de personal. Un cambio en la distribución de las vacaciones de los empleados había dejado a la compañía con escasos pilotos trabajando para hacer frente a todos los vuelos programados, tal y como Gulliver ya había advertido con antelación. Ryanair reivindica que con esta nueva ronda de cancelaciones, sus pilotos consumirán su derecho a dejar de lado su labor y la aerolínea será capaz de volver a su comercio normal.
Estos recortes afectarán aproximadamente a 400.000 pasajeros, a los que se les suma los otros 315.000 de la primera ronda. Aunque muchos más trayectos fueron reducidos esta vez, el número de viajeros afectados es relativamente bajo porque varios vuelos tenían o pocas o ninguna reserva hecha aún.
No todo el mundo se ha tomado la noticia tan alegremente como Ryanair. La Civil Aviation Authority (CAA), un regulador británico, acusa a la compañía de fracasar en informar a los pasajeros afectados de sus derechos. Ellos deben dar el derecho de arreglar los vuelos con los de otras aerolíneas a cargo monetario de Ryanair. Y algunos viajeros deberían recivir una compensación adicional por otros costos incurridos, tal como por desvíos ocurridos por la movilización a otra compañía que no opera su destino. Ryanair falló al no mencionar ninguno de estos puntos cuando anunciaba las cancelaciones y como resultado, la CAA ha enviado una carta a Ryanair exigiendo que obedezca las normas y con una amenaza de acción legal en caso que no lo haga. La aerolínea no tardó mucho en prometer su cumplimiento.
Ryanair no cree que esto pueda generarle graves problemas. Ahora esta ofreciendo 40€ aquellos que les han cancelado el vuelo entre octubre y marzo, y 80€ a aquellos que han perdido su vuelo de regreso. La compañía ha calculado que este incidente le costará menos de 50 millones de euros, tan solo una pequeña parte de los 1,5 billones que ha ganado este año. O’Leary promete que no habrán más cancelaciones resultantes por los problemas en los permisos de trabajo. Sin embargo, puede que algunos pasajeros estén menos seguros de eso.
Fuente: The Guardian
Debe estar conectado para enviar un comentario.