¡Congélenme el sueldo!

Hace unos días comentábamos en clase lo mal que lo debe estar pasando Francisco González, presidente del BBVA, después que el Consejo de Administración del Banco procediera a la congelación de los salarios de la Alta Dirección.

Ciertamente, después de haber ingresado 16 millones de euros el año pasado, entre fijo, variable y dotación para su Fondo de Pensiones, que a uno le congelen el suelo, es una ‘injusticia’.

En un país, donde hay más de 11 de millones de mileuristas, donde los sueldos son un 30% más bajos que la media europea de los 15, donde tenemos las tasas de inflación más altas, donde en el último año la tasa de desempleo se ha incrementado en un 50 % (llegando ya casi a los 4.5 millones de parados), donde el salario medio es de 1500 € frente a los 3200 € de Dinamarca o 3000 € de Gran Bretaña, donde tenemos unos índices de morosidad aumentando día tras día, …

… la verdad, noticias como ésta me parecen de un cinismo descarado.

China quiere que les «conozcamos» mejor

China quiere que les «conozcamos» mejor. Pues eso parece, y no escatimará recursos en ello.

Y si no, lean, lean y vean!

China tiene previsto construir un imperio mediático para mejorar su imagen.

Dentro del millonario proyecto están contemplados un canal de 24 horas de noticias y un diario, ambos en inglés.

China quiere suavizar la imagen que proyecta hacia el exterior, y para eso planea la creación de un verdadero imperio mediático, según informó ayer el diario USA Today.

El plan incluye crear una estación como CNN: un canal de 24 horas de noticias en inglés con base en Singapur o en otro lugar fuera de China, idea que podría concretarse dentro de un año.

Además, el Diario del Pueblo, la voz oficial del Partido Comunista chino, está preparando el lanzamiento de un periódico en inglés dentro de los próximos meses, dijo Zhang Nanyi, un editor del rotativo, a USA Today.

Pero eso no es todo: la televisión estatal está contratando personal para canales en árabe y ruso, declaró Zhang Haige, el máximo representante del partido en la emisora.

El gobierno chino “siente que tiene grandes problemas para comunicarse con el Oeste”, aseguró Yu Guoming, el decano de la escuela de periodismo de la Universidad Renmin de Beijing. “Ellos necesitan nuevos retos de comunicación, con más balance y diversidad de puntos de vista que los existentes en los medios chinos. Ellos están conscientes de que los antiguos métodos de propaganda no funcionan”, agregó el académico.

El presupuesto para este ambicioso proyecto mediático tendría un mínimo de 4.700 millones de dólares, según un reporte de Reuters, pero podría llegar a los 6.600 millones de dólares.

Los líderes chinos “todavía están decidiendo cuándo empezar el nuevo canal, pero ellos definitivamente lo harán pronto”, dijo Steven Dong, director del Instituto Global de Periodismo en la Universidad de Tsinghua, en Beijing. El gobierno “ha pensado acerca de esto por un largo tiempo, y se ha vuelto más confiado luego de los Juegos Olímpicos”, dijo Dong. Fue, entonces, la exitosa organización de los Juegos lo que “persuadió al gobierno de proveer más dinero” para apoyar este tipo de proyectos, agregó Dong.
Sin embargo, todavía existen dudas de si China va a ser capaz de abrir el esquema rígido de control y permitir que las noticias asiáticas fluyan libremente a través del mundo.

China también planea una agresiva campaña de marketing de sus programas de televisión el próximo mes en Cannes, Francia, dijo Rowan Simona, el director de un grupo de consultores de medios en Beijing.

4.700 millones de dólares es el monto mínimo estimado para el ambicioso proyecto comunicacional.

Crisis en España: ¿Lo peor está por llegar?

Este es un artículo muy interesante, que el pasado mes de Enero tuve ocasión de leer.  Ciertamente me parece relevante el punto de vista del catedrático de la Columbia University, Xavier Sala Martín. 

Desde luego no es un tema menor, especialmente si la predicción, y lo que parecería el peor escenario, realmente se cumple.

Disfrutadlo!

 

Por mucho que el gobierno dé las culpas a la situación financiera internacional, la crisis española es made in Spain. Cuando España era un país pobre, basó su crecimiento en productos baratos porque los salarios y, por lo tanto, los costes de producción eran bajos. A medida que crecía, los salarios subían y la competitividad desaparecía. Al no poder competir vendiendo productos más baratos que los demás, España tenía que innovar. Pero nunca lo hizo. En lugar de ello, intentó perpetuar la situación contratando a inmigrantes pobres, cosa que no hacía más que retardar las reformas: gracias a que los inmigrantes aceptaban salarios miserables, las empresas no tenían incentivos a invertir en tecnología o transformarse hacia actividades de mayor valor añadido.

La burbuja inmobiliaria también contribuyó a que no se hicieran reformas. Por alguna razón se generalizó la idea de que la vivienda era una inversión segura (“el ladrillo nunca baja”, decían, ¿lo recuerdan?) y todo el país se dedicó a comprar casas. Eso hacía subir el precio lo cual, además de “confirmar” aquello de que el ladrillo nunca baja, incentivaba a constructores a edificar como locos. Entre un 15 y un 19% del crecimiento español llegó a depender de la construcción (el 4% en EEUU). El problema es que ese crecimiento sólo se podía mantener si los precios seguían subiendo y la histeria colectiva que los hacía subir tenía que llegar algún día a su fin. Y al final, eso fue lo que pasó, el ladrillo dejó de ser una buena inversión, la gente dejó de comprar, las constructoras e inmobiliarias dejaron de contratar y, ahora, y una parte importante del PIB va a desaparecer.

¿Qué tiene que ver eso con la falta de innovación?: ¡la complacencia! Mientras las cosas iban bien, nadie veía la necesidad de llevar a cabo las dolorosas reformas que habrían fomentado la innovación. Pero ahora que ha acabado el boom de la construcción: ¿exactamente qué producirá España? Silencio sepulcral.

La monumental borrachera de la construcción ha dejado dos resacas importantes. Por un lado, una deuda inmobiliaria que ronda los 300.000 millones de euros (¡el 27% del PIB!) Eso es un problema serio porque los ingresos de ese sector en la actualidad son casi nulos. En consecuencia, la banca (¡si!, esa banca tan segura gracias al gran sistema regulador español), se va a tener que quedar con viviendas, solares, edificios a medio construir, y ciudades fantasma en la Costa del Sol. Una parte será revendida… pero a precios de saldo. Si, siendo optimistas, recupera el 66% en términos reales, el agujero final será de unos 100.000 millones de euros. Casi el 10% del PIB.

Por otro lado, ha quedado un déficit exterior que también ronda el 10% del PIB. Simplificando, el déficit es la diferencia entre la demanda y la oferta agregadas: si la gente quiere comprar (demanda) más de lo que produce (ofrece), la diferencia debe ser comprada en el extranjero. Visto así, el déficit sólo se puede corregir de dos maneras: disminuyendo la demanda o aumentando la oferta. Así de simple. El problema es que reducir la demanda quiere decir que familias, empresas y gobierno gasten un 10% menos. Es decir, una recesión económica del 10% del PIB relativo al potencial. No sabemos si esa caída se producirá durante el 2009 –como Indonesia en 1997 o Argentina en 2000- o si habrá una caída más lenta pero mucho más larga –como ocurrió en Japón entre 1990 y la actualidad. Pero de un modo u otro la caída ocurrirá… a no ser que aumente la oferta. Es decir, que aumenten la productividad y competitividad empresarial.

Lo que nos lleva a las medidas de política económica. Si el gobierno quiere evitar una catástrofe, debe concentrarse en el fomento de la productividad. No hay alternativa. Para ello debe llevar a cabo tres tipos de acciones. Primero, hay que liberalizar rápidamente la oferta: reducir costes burocráticos, eliminar regulaciones caprichosas o rebajar costes fiscales relacionados con la producción, contratación e inversión.

Segundo, si se quieren tomar medidas de “corte keynesiano” para luchar contra la crisis, seleccionar aquellas que tengan un mayor efecto sobre la productividad. Ejemplos: (1) una política fiscal expansiva a base de reducción de impuestos que hagan a las empresas más competitivas hoy es mejor que un aumento del gasto público que conlleve mayores cargas fiscales futuras; (2) Cuando se escoja entre diferentes tipos de infraestructuras, que se elijan las que generen mayor competitividad e innovación; (3) Antes de rescatar o ayudar a un sector, que se pregunte si es un sector de futuro o de pasado o si se instaló en España porque buscaba salarios bajos;  (4) En lugar de buscar gasto público adicional, que el gobierno considere pagar las deudas que tiene con miles de empresas que viven financieramente ahogadas por culpa de su perniciosa y pertinaz morosidad.

Tercero, deben empezar a introducirse aquellas reformas que no van a tener efectos a corto plazo pero que son fundamentales para la competitividad a la larga. Entre ellas, la transformación del sistema educativo para fomentar la creatividad y el espíritu emprendedor de los jóvenes, la transformación del sistema financiero para que sea capaz de financiar proyectos de innovación o la erradicación de los excesos intervencionistas en sectores clave.

La hecatombe económica puede y debe ser evitada. Sólo es cuestión de que el gobierno abandone el comportamiento errático demostrado en 2008 y haga las cosas bien. La hora de la verdad ha llegado a España.

Próxima Cumbre del G-20 en Berlín.

Leo hoy, 22 de Febrero en La Vanguardia:

Zapatero pide «erradicar» los paraísos fiscales y evitar caer en el proteccionismo. Es una de las aportaciones que el Presidente del Gobierno español quiere plantear en dicha cumbre, a la que finalmente, asistirá por invitación del Premier británico, Gordon Brown.

 

De hecho, José Luís Rodríguez Zapatero, defendió un «nuevo orden económico sostenible», donde «no existan barreras proteccionistas», que cumpla los Objetivos del Milenio de lucha contra la pobreza, y «que apueste por una economía de la innovación medioambiental, por una economía verde como el gran reto y la gran transformación más productiva en las próximas décadas.

 

A primera vista, no suena mal, ¿no es así? Lo veremos, pero se debe advertir que nada de ello servirá, si la gente sigue sin poder pagar sus hipotecas o perdiendo su empleo de forma galopante.

 

Todas las acciones que se plantean en el G-20 de Berlín van encaminadas a la reunión definitiva del grupo, que se realizará el próximo 2 de Abril en Londres. Según Zapatero:

«Londres ha de ser una cumbre de decisiones para que el nuevo sistema financiero internacional entre en funcionamiento cuanto antes».

 

¿Se trata de “refundar” el capitalismo? La verdad, permítanme que muestre mi escepticismo. Simplemente, ojalá que no todo sea una simple coartada para justificar los cientos de miles de millones de euros y dólares que, al menos de momento, van a seguir inyectando en la economía, y seguir pagando los mismos de siempre.

 

En todo caso, y si queda demostrado que las recesiones y crisis son cíclicas, ¿por qué deberíamos pensar que una “refundación del capitalismo” nos salvaría de una hipotética nueva crisis en unos años?

 

Sospechoso, ¿no les parece?