La mayor inflación de la historia

En momentos en los que se comienza a hablar de deflación en España y en la zona euro, resulta sorprendente mirar hacia otros lados y descubrir que hay países en los que los precios siguen subiendo a escalas increíbles. Si tenemos en cuenta datos históricos, los casos de México y Brasil parecen paradigmáticos, sobre todo este segundo, en el que se alcanzaron tasas interanuales de casi el 2.000% a finales de los años 80. Hace un año, en España superábamos récords de inflación con más del 5% interanual y la situación era considerada “grave”, ya que la Unión Europea pone un 2% como tasa recomendada. Todo es relativo en este mundo.
Pero, ¿qué sería de nosotros con una tasa de inflación del 231.000.000%? ¿Y si os diría que hay un país en el que esa tasa es real? Evidentemente, habrá quien piense que deliro, que el floreciente sol de finales de primavera me ha afectado a la cabeza. O que debería salir un poco más. No os quito la razón, quizás sea verdad, pero también es cierto que en el país surafricano de Zimbabue luchan con una inflación oficial que oscila, más o menos, en esos números. Actualmente es imposible de calcular. De hecho, ha llegado a existir, como podéis ver en la foto, el billete de cien trillones de dólares zimbabuenses.

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Para evitar el colapso económico, periódicamente el banco central de Zimbabue revalúa el dólar. De hecho, en febrero le recortó doce ceros a su moneda de un plumazo. Esto significó que un billón de dólares de Zimbabue se convirtió de repente en un dólar zimbabuense. En realidad, con 100 billones (con “b”) de dólares zimbabuense no se podía comprar ya ni un pedazo de pan.  En la tabla siguiente podréis ver la evolución del cambio de los diferentes tipos de dólares en relación con el dólar estadounidense (falta el cuarto dólar, que es el que está vigente desde febrero de 2009).

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En la foto de más abajo podéis ver a un hombre  que se dirigía a hacer la compra en Harare, la capital, en junio de 2008. No es broma. De hecho, la situación no hace ninguna gracia. El país sufre una crisis política y económica que ha llevado, entre otras cosas, al desabastecimiento de alimento y otras mercancías básicas y al derrumbe del sistema sanitario, que está casi paralizado. La ONU calcula que 5,5 millones de los 12 millones de habitantes de Zimbabue necesitarán ayuda alimentaria este año para sobrevivir y, mientras tanto, el país padece una epidemia de cólera que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), ha causado ya la muerte de más de 2.100 personas y afectado a más de 40.000. El paro llega hasta el 96% de la población. Esto significa que en un país en el que viven 12 millones de personas, sólo 480.000 (el 4%) tienen un trabajo formal. Una realidad terrible. Y en Occidente miramos para otro lado, como siempre. Bastante tenemos con nuestra crisis.

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Inmigración, crecimiento económico y crisis

Parece que, cuando se analizan los efectos de la inmigración, sólo se incide en los aspectos negativos. Los discursos de los medios de comunicación, además, suelen estar cargados de ideología y colocan al inmigrante la etiqueta de amenaza o de enemigo social, diferenciando entre “nosotros” (los españoles, los catalanes, los occidentales) y “ellos” (los extranjeros, los subdesarrollados, los otros).

Son pocos los estudios que se dedican a analizar los impactos positivos de la inmigración. Más allá de los problemas derivados de ésta (exclusión social, choque de culturas, formación de guetos), la inmigración tiene un poderoso efecto en el crecimiento económico de un país. Entre 1995 y 2005, la población de Cataluña creció en más de 800.000 personas, entre las que 145.000 fueron nativas y el resto, inmigrantes. Es decir, la inmigración ha aportado el 88% del crecimiento demográfico de Cataluña. Según datos del 2008, un tercio de los niños menores de 10 años ha nacido en el extranjero (21.000 niños). El 15% de la población

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La población catalana mira con recelo esta llegada masiva de inmigrantes. De hecho, el 43,3% de los catalanes cree que este fenómeno es negativo, el 30% piensa que es favorable y el 22%, que ni una cosa ni la otra (datos del Centre d’Estudis d’Opinió). Conclusión: casi la mitad de la población de Cataluña piensa que la inmigración es perjudicial. ¿Se habrán parado a reflexionar en qué pasaría si todos esos inmigrantes, tal y como desearían en sus sueños más perversos, vuelven a sus países de origen o se los tragara la faz de la tierra?

Según datos recopilados por Caixa Catalunya, el impacto de la demografía en la economía ha sido fundamental: el 145% del crecimiento del PIB per cápita entre 1995 y 2005 se debió al efecto demográfico, lo que quiere decir que, sin ese impuso, el crecimiento podría haber sido negativo. El informe de Caixa Catalunya añade un dato más: si la Unión Europea en su conjunto hubiese tenido un comportamiento demográfico similar al de España, el crecimiento anual de su producto per cápita podría haber aumentado en más de un 2% anual. Es decir, el crecimiento del período 1995-2005 se podría explicar por la incorporación al mercado de trabajo de los inmigrantes, que generaron el máximo nivel posible de ahorro y estimularon la demanda agregada, tanto la de consumo como la de inversión productiva.

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Hoy, cuatro años después, esa coyuntura parece lejanísima.En la actual situación de crisis, las entradas de mano de obra extranjera se han reducido y han aumentado los retornos. De hecho, los inmigrantes se están llevando la peor parte de la crisis: el 30,5% de los inmigrantes en Cataluña está sin empleo (28,4% en España), frente al 12,7% de la población autóctona, situación que afecta en especial a los marroquíes, ecuatorianos, senegaleses y rumanos, nacionalidades tradicionalmente empleadas en el sector de la construcción. El Gobierno veía a los inmigrantes como una bendición en 2005 (de hecho, otorgó una amnistía que benefició a 500.000 sin papeles) y ahora, como un problema social que se le puede escapar de las manos.

Ya se comienzan a ver más a menudo exaltadas posturas de “nacionalismo laboral”: es decir, cuando el trabajo es poco, es obligatorio dárselo a quien ha nacido aquí, y no al extranjero. En un mundo globalizado, esta postura no tiene sentido, y menos en un país donde un gran porcentaje de las empresas que existen también han inmigrado de otros países. De todas formas, nos esperan tiempos de conflictividad social y no hace falta ser apocalíptico para predecir que en los próximos años este nacionalismo laboral estará al orden del día. Y que “nosotros” seguiremos siendo “nosotros” y “ellos” serán más “ellos” que nunca.

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¿Crisis yo? ¡Nunca!

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Dado que ya es viernes, os propongo agilizar el tono del blog con un par de curiosidades que demuestran que no todo el mundo lo pasa igual ante la anterior coyuntura de recesión.

– Hace unas semanas se publicaron los datos de beneficio de McDonald’s: resulta que la cadena de comida rápida más conocida del mundo está caminando tranquilamente sobre las aguas de la crisis. En plena recesión económica, con la mayoría de las empresas anunciando fuertes recortes de beneficio, McDonalds ha logrado mejorar sus cuentas en el primer trimestre de 2009. La cadena del popular payaso Ronald McDonald ha aumentado sus ganancias en un 3,5%, alcanzando los 979 millones de dólares. Además, el grupo de restauración ha visto cómo sus ventas a nivel global crecían un 4,3%.

McDonald’s no es la única empresa que saca provecho de la crisis. Hoy se lleva el low-cost, por lo que los productos más beneficiados de la coyuntura actual son los más económicos: los outlets (tiendas que ofrecen productos de fuera de temporada o excedentes) se llevan gran parte del pastel, ya que durante 2008 crecieron casi un 20%. Alquileres baratos de coches (Pepecar), líneas aéreas de bajo coste (Vueling, Clickair), mobiliario económico (IKEA, que además es la segunda empresa con mejor reputación del mundo, según The Economist), electrónica de consumo a precios de ganga (Media Markt), etc. Por no hablar de las empresas de cobro de deudas o los abogados laboralistas… ¿Se os ocurren más? Seguro que sí… (pero no vale decir pompas fúnebres, que os veo venir).

– Y hay un sector menos obvio y que también pasa por la crisis con menos sudores de los previstos: el lujo. De hecho, se acaba de celebrar en el castillo de Peralada el segundo Luxury Market de España, que, tal y como la describen sus organizadores, es “una feria de nueva concepción, una nueva propuesta de mercado, un encuentro único, la realidad del lujo, el sueño de la oferta, la canalización de la demanda…”. Se trata de una concentración de marcas de lujo en un entorno exclusivo que pone a disposición del comprador de mayor nivel adquisitivo una selección de productos singulares y, cómo no, espectacularmente caros.

No cualquiera puede ir al Luxury Market: funciona a través de invitaciones, o bien se adquieren entradas al nada despreciable precio de 200 euros. ¿Para qué? Para comprar tranquilamente un Ferrari, un Bentley, un Aston Martin, un caballo árabe, una embarcación de lujo o, incluso, un helicóptero. Los organizadores y los expositores dicen, además, que la cosa no va nada mal, como podéis ver en esta noticia de El Periódico de Catalunya: El lujo quiere soslayar la crisis.

Conclusión: todos somos iguales ante la crisis, pero algunos somos más iguales que otros.

La urgente reforma laboral

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A pesar de las más que preocupantes cifras de desempleo (ya comentadas por Dani Alarcón en este post), el Ejecutivo no prevé aprobar medidas adicionales, a la espera del resultado de las actuaciones en desarrollo (plan de empleo local, plan de empleo en la automoción, inyección de 14.000 millones de euros en los ayuntamientos para pagar deuda contraída con empresas). Pero, ante la gravedad de la situación, la presión para realizar reformas radicales aumentan. ¿Es necesaria una reforma laboral en España?

– Los sindicatos opinan que no, y amenazan con una huelga general en caso de que la reforma laboral se lleve a cabo. El lema esgrimido en las manifestaciones del 1 de mayo fue “Frente a la crisis: empleo, inversión pública y protección social”, y los mensajes lanzados por los dirigentes de CC.OO. y UGT han sido de protesta ante una situación actual que ya ven excesivamente flexible.

– En el otro lado de la balanza está la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE). Esta organización, a través de su presidente (Gerardo Díaz Ferrán), ha advertido que si no se llevan a cabo las reformas laborales que proponen, la economía española puede tocar fondo y no salir de ella. Sus propuestas se resumen en una mejora de los contratos temporales y en un abaratamiento del despido en caso de contratos indefinidos, promoviendo la constitución de éstos.

Parece que la negociación será dura y demasiado prolongada en el tiempo, y, cuando llegue, puede ser demasiado tarde. Además, desde el instante en que se apliquen las reformas al momento en que sean visibles sus efectos pueden pasar meses. Así pues, no hay tiempo que perder. Mi opinión es que la solución pasaría por lo siguiente:

– La celebración de una reunión a nivel estatal (como el que persiguen los sindicatos) similar a los Pactos de la Moncloa (1977) o el Pacto de Toledo (1995) en la que participen todos los partidos con representación parlamentaria, la patronal y los sindicatos.

– España es el segundo país de la UE (tan sólo por detrás de Rumanía) con menor peso del sistema educativo entre la población en edad laboral, el país con más empleo no cualificado (10%), y uno de los peores en tasa de abandono escolar y en formación a lo largo de la vida. Es necesaria la puesta en práctica de medidas (como la definitiva adopción del impopular plan de Bolonia) que signifiquen una mayor inversión en formación continua y una mejora de las condiciones laborales de los trabajadores con estudios superiores.

Reducción de la excesiva tasa de temporalidad y los contratos “basura”. Se trata de una medida en íntima relación con la anterior, ya que el desajuste entre los planes educativos universitarios y la demanda de las empresas hace que los jóvenes titulados pasen por decenas de trabajos poco cualificados durante las primeras etapas de su vida laboral (no sólo en el sector privado, sino también en el público). Habría que encontrar un equilibrio entre las medidas de excesiva flexibilidad que busca la CEOE y la rigidez perseguida por los sindicatos.

Reforma de la estructura de la negociación colectiva, que permanece prácticamente igual desde los años 70 del siglo XX: los salarios establecidos por ellas se siguen manteniendo (aunque sean anacrónicos) y se fijan por categorías profesionales en vez por niveles educativos.

Reforma del Servicio Público de Empleo Estatal (INEM), que en la actualidad sólo coloca al 2% de los desempleados que buscan trabajo. Es necesario abrir la intermediación laboral a las empresas de colocación privadas. El actual sistema de prestaciones, además, está más pensado para facilitar el tránsito a la jubilación que para la reincorporación al mercado de trabajo.

Sin embargo, como observáis, ninguna de estas medidas sería de aplicación sencilla y rápida. Lo que está claro es que, si no se hace nada, poco me sorprendería que llegáramos a los cinco millones de parados antes de fin de año.

Efectos de una epidemia en la economía

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Las recientes informaciones sobre la gripe porcina en México y el sur de Estados Unidos, unidas a las declaraciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre la posibilidad de que el brote de dicha enfermedad pueda convertirse en pandemia hacen plantearse una pregunta: ¿qué impacto tendría en la economía una epidemia global de gripe porcina?
A fecha y hora de hoy, las muertes por gripe porcina en México superan el centenar y más de 1.600 personas han sido ingresadas con síntomas que pudieran derivarse de esta enfermedad. En España los mensajes de calma se suceden, aunque comienza a haber casos aislados de gripe porcina en diversas ciudades (mapa de la pandemia).
Según la Health Economics and Outcomes Research (HEOR), el Producto Interior Bruto (PIB) de un país industrializado como España podría descender hasta un 12,6%, cifra que se obtiene del cálculo del nivel de absentismo laboral, que incluso podría alcanzar el 50% en algunas empresas. A nivel global, el descenso llegaría hasta el 5%, lo que supone un coste estimado de tres billones de dólares para el PIB mundial.
El sector más perjudicado sería, además de la industria porcina, el turismo, como se ha reflejado ya en la caída de la cotización en bolsa de diversas aerolíneas. Los viajeros pueden dejarse llevar por el pánico y cancelar en masa vuelos y desplazamientos hacia los países en los que se hayan detectado casos de gripe porcina. Además, si la circulación de viajeros se detiene o experimenta un acusado descenso, esto también influiría en el precio del petróleo. También el comercio minorista se vería afectado ante el menor movimiento de la población ante el miedo al contagio en zonas con mayor concentración de personas (transportes, espectáculos, supermercados, centros comerciales, etc.).
A pesar de todo, hay un sector que saldría beneficiado, por supuesto: la industria farmacéutica. Roche, por ejemplo, acaba de experimentar una fuerte subida en bolsa, ya que es la empresa desarrolladora de uno de los medicamentos que pueden hacer frente a la gripe porcina.
En el siguiente enlace os podéis bajar un estudio acerca del impacto de una posible pandemia de gripe aviar en Asia realizado por el Asian Development Bank en 2005, que podría extrapolarse a la situación actual: ya entonces se calculaba que el impacto en las economías asiáticas podría haber llevado al mundo a una recesión. ¿Y si la situación es ya de recesión efectiva?