El Gramsci de todos

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El 27 de abril de 1937 moría Antonio Gramsci. Las privaciones sufridas durante los 10 años de cárcel acabaron con la frágil salud del preso político más temido por Mussolini. Se convirtió en el símbolo de la lucha antifascista en Italia. Era “el Gramsci de todos”. El Partido Comunista Italiano se consideraba el depositario principal del legado de uno de sus fundadores. Otras izquierdas evocaban al Gramsci impulsor del movimiento de los “consejos de fábrica” con la intención de resaltar su flanco más radical o bien el más democrático. Liberales italianos de la talla de Piero Gobetti consideraban a Gramsci un renovador progresista de la tradición inaugurada en el Risorgimento. Este gran intelectual admiraba en aquel joven periodista “el fervor moral, escepticismo e insaciable necesidad de ser sincero”. Y Benedetto Croce comentaba tras la muerte de aquel: “Como hombre de pensamiento era uno de los nuestros, de aquellos que en los primeros decenios del siglo en Italia se esforzaron en formarse una mente filosófica e histórica adecuada a los problemas del presente”.

¿Por qué Gramsci llegó a convertirse en el intelectual y político marxista más admirado de la segunda mitad del siglo XX? El interés lo despierta, en primer lugar, su personalidad, su carácter y las circunstancias que lo modelan; también, su sensibilidad e inteligencia; la enorme fortaleza mostrada desde pequeño ante su imperfección física (“ese sardo jorobado”, como lo llamaba Mussolini,) y ante la adversidad en general; en resumen, su humanidad. Todo ello se transparenta en su escritura y estilo intelectual. Buena parte de los escritos anteriores a la prisión son artículos en prensa; los Cuadernos de la cárcel son borradores con la intención de volver una y otra vez sobre los grandes asuntos. En las Cartas se sigue el rastro de sus avatares: aislamiento en la prisión, desafecto de los compañeros más próximos de partido, agravamiento de la enfermedad y la crisis emocional que le produce la relación con las personas más queridas.

La trayectoria intelectual y política de Gramsci refleja aquel momento de entreguerras: el auge de los extremismos; una mayor fusión entre las masas y la política, intelectuales y vida pública. En este marco acomete un análisis propio, agudo, de la sociedad y el Estado en Occidente. Ha comprendido como pocos el calado del fascismo y la derrota de la revolución en Europa. En los últimos años da muestras de una conciencia escindida y un fundado temor por el futuro del proyecto político al que se mantuvo fiel hasta el final. Su reflexión se desarrolla en condiciones muy precarias. No solo avanza su enfermedad; también, su escepticismo y pesimismo. En el pensamiento de Gramsci asoman de manera intermitente tensiones entre libertarismo y estrategia leninista, aprecio a sus maestros liberales y lealtad al socialismo marxista; entre inspiración originaria de la Ilustración y el sesgo autoritario del movimiento comunista internacional. Su obra representa el último intento de recomposición del marxismo como pensamiento práctico; un intento original, penetrante, ambiguo y, a la postre, no consumado.

Tras su muerte se multiplica el conocimiento de su honestidad intelectual, lucidez e integridad moral. Sin embargo, tanta admiración iba a convertirse en un obstáculo para descubrir al “Gramsci de Gramsci”. Lamentablemente, este ha sido más interpretado que leído con respeto. Y entre tantas lecturas, su dimensión real queda contaminada: ha primado el intento de explotar la autoridad moral de su vida, apropiarse de sus ideas y extraer de su obra lo que en ella no hay. No pocas veces se retuerce el sentido de sus afirmaciones; o se instrumentan categorías centrales del código gramsciano. El desafío es cómo rescatar a Gramsci de hagiógrafos y comentaristas dispuestos a utilizar su figura para un roto o un descosido.

Gramsci ha vuelto a la actualidad política española. Más pretextos que buenas razones explican ese retorno. A mitad de los años ochenta del siglo pasado, el filósofo argentino Ernesto Laclau, junto a la politóloga Chantal Mouffe, compusieron una versión “posmoderna” de las categorías de Gramsci. Les sirvió más tarde para remozar el populismo peronista y dar una apariencia teórica al tosco “socialismo bolivariano”. Esa versión la importó Podemos de la mano de Íñigo Errejón, quien no solo consiguió hacer inteligible esa chocante versión, sino convertirla en soporte doctrinal de su formación política y uno de sus recursos de seducción. Una vez más la ingente personalidad de Gramsci estimula una enésima resurrección del interés por el político italiano al precio de hacer decir a Gramsci lo que no dice y aparecer como lo que no es.

Se trata de una operación interpretativa tan alambicada como carente de anclaje historiográfico y que he analizado detenidamente en Revista de libros (diciembre de 2016). Este sofisticado ejercicio discursivo sobre los conceptos de Gramsci tiene tales efectos polisémicos que termina “deconstruyendo” la figura histórica de aquel. Resuelve de modo extemporáneo y ajeno a su forma de pensar dilemas tan dramáticamente experimentados por él como los siguientes: entre autonomía moral de las personas y autogobierno colectivo, hegemonía y democracia, teoría y praxis, razones y emociones. Interpretar a Gramsci desde un prejuicio posmoderno, posfactual y con intención populista supone desconsiderar los supuestos ilustrados de la propuesta gramsciana de aggiornamento del marxismo y distorsiona el alcance de sus categorías provocando un maltrato de sus ideas hasta hacerlas irreconocibles. Al proceder al vaciado del Gramsci histórico se obvia cualquier constricción proveniente de sus escritos, intención y contexto. Según el universo conceptual de estos intérpretes, Gramsci opera como uno de sus múltiples “significantes”, lo que permite instrumentalizarlo discursiva, emocional y simbólicamente. Se pierde el sentido genuino de su figura y obra, se diluye el valor y el alcance de sus propias contradicciones; también, su autenticidad.

Tomarse a Gramsci en serio es no obviar su condición radical de “pasado ausente”. Respetando su historicidad podremos rastrear con cierta corrección epistémica e integridad intelectual al Gramsci real. De esta manera, se desvanece también la ingenua pretensión de hallar en él un menú de recetas para tratar un presente cuyos rasgos básicos se obvian. A los textos de Gramsci podría aplicarse aquello de que “con fecha se entienden todos; sin fecha, ninguno”. En fin, tratemos a Gramsci como un clásico. Lo es no porque aborde los asuntos de siempre, sino por la forma en que lo hace; no porque consideremos perennes sus aportaciones sino porque fueron cruciales para el progreso del conocimiento. Un clásico es aquel cuyo proyecto ya no cabe aplicar pero de cuyo bagaje no podemos prescindir.

FUENTE: ElPais

Clásicos – Adam Smith

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Uno de los mayores exponentes de la TEORÍA CLÁSICA es, indudablemente, Adam Smith. Según él, la sociedad es capaz de autorregularse por sí misma sin necesidad de la intervención estatal en la economía. En otras palabras, Smith intentaba demostrar la existencia de un orden económico natural, que funcionaría con más eficacia cuanto menos interviniese el Estado.

El mismo pensador, sostiene el concepto de la división del trabajo ( separación del proceso de producción en diferentes instancias), concepto según el cuál, argumenta el logro de una mayor eficiencia en conjunto y el progreso económico; ambos, factores que redundarán en una ampliación de la producción. De esta última frase, se desprende el concepto sobre el que Smith desarrolla gran parte de su teoría, la riqueza de las Naciones. Smith argumenta que la riqueza de una Nación no se mide por la cantidad de metales preciosos que acumule, como aseveraban los mercantilistas, sino por la magnitud de su capacidad productiva en períodos y condiciones determinadas.

La división del trabajo antes mencionada, crea una sociedad de intercambios, y todo hombre necesita de los mismos para poder subsistir. Estos intercambios, se basan en el egoísmo y no en la benevolencia, es decir que la sociedad se sustenta por el interés individual, con personas que intercambian con otras bajo sus propios intereses. A su vez, esta sociedad “egoísta”, sin saberlo, promueve el bienestar general por medio de una mano invisible que opera en el mercado. Por último, plantea que el dinero mejora la actividad comercial en caso de generarse trabas en el intercambio.

Las regla que rige el intercambio es el valor. Smith distingue el valor de uso (utilidad) del valor de cambio (cantidad de bienes por el cual un bien determinado puede ser intercambiado) y agrega que el único valor que interesa a la hora de intercambiar un bien por otro, es el valor de cambio. La utilidad, nada tiene que ver con la alteración en los precios. Ahora bien, estos precios se determinan en base a la cantidad de trabajo dedicada en la producción del bien, o lo que es similar, la actividad humana incorporada.

 

En conclusión, la riqueza se mide en términos de amplitud de trabajo que un hombre pueda disponer a través de sus bienes. Estos conlleva a considerar al trabajo como unidad invariable. Así, se encuentra que existe una relación directa entre el trabajo y el salario o nivel de subsistencia, pudiendo definir a éste último como patrón de medida de los precios. Planteadas, estas condiciones, Smith enuncia una premisa sobre el funcionamiento del mercado en la sociedad comercial, según la cual los precios de mercado son atraídos hacia un precio natural a través de un mecanismo de oferta y demanda.

FUENTE : Zonaeconomica

YASSINE AMOR

La compraventa de viviendas crece un 15,1% y registra el mejor segundo trimestre desde 2011

img_4013El mercado residencial prosigue con su nítida recuperación. La última estadística en corroborarlo ha sido la de transacciones de viviendas que publica trimestralmente el Ministerio de Fomento. Según el Gobierno, el número de compraventas de casas durante el segundo tramo de 2016 ascendió a 123.159 operaciones, un 15% más que en el mismo periodo de 2015.

Aunque quizá lo más relevante es que esta cifra supone el mejor dato en un segundo trimestre desde 2010, cuando se transmitieron 153.164 inmuebles. En el conjunto del primer semestre de 2016, las operaciones de compraventa se situaron en 226.751, un 17,7% más que en 2015.

En cuanto al régimen de protección de las viviendas vendidas, las transacciones de vivienda libre durante el segundo trimestre sumaron 117.422, lo que representa el 95,3% del total, mientras que las transacciones de vivienda protegida alcanzaron las 5.737, el 4,7% de todas las realizadas.

En cuanto a la tipología, 11.948 viviendas vendidas correspondieron a inmuebles nuevos, el 9,7% del total, mientras que las viviendas de segunda mano ascendieron a 111.211, el 90,3% de todas las transacciones realizadas en este periodo. En este punto, contrasta el incremento interanual de las operaciones del 18,6% en el segmento de usadas con la reducción del 10,3% en el número de compraventas de casas de obra nueva.

FUENTE: http://www.elmundo.es

COMENTARIO: En mi opinion, El hecho de que la venta de vivendas nuevas ha incrementado, es muy beneficioso para la economia del pais, por lo que se concluye que la poblacion se ha enriquecido.

Yassine Amor

Economía clásica

liberalismo

La economía clásica es una escuela de pensamiento económico que se basa en la idea de que el libre mercado es la forma natural del funcionamiento de la economía y que esta produce progreso y prosperidad.

La economía clásica reorientó el pensamiento económico alejándose del enfoque que se basaba en las preferencias de los gobernantes o las clases sociales. Los clásicos enfatizaron los beneficios del libre comercio y desarrollaron un análisis organizado del valor de los bienes y servicios como reflejo de su costo de producción.

Los economistas clásicos se oponían a la intervención del gobierno en el mercado a través de controles de precios, cuotas, regulaciones o cualquier otro mecanismo que alterara su normal funcionamiento.

Orígenes de la economía clásica

El inicio de este pensamiento económico se suele fijar en el año 1776, cuando se publicó la obra de Adam Smith “Una investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones”.

Su desarrollo posterior se vio marcado por una época en donde el capitalismo era el sistema económico dominante y la revolución industrial generaba importantes cambios socio-económicos. Ver orígenes de la economía.

Algunos de los economistas que se asocian a la economía clásica son: Adam Smith, Jean Baptiste-Say, David Ricardo, Francois Quesnay, Thomas Malthus, Frederic Bastiat y Joan Stuar Mill.

Postulados básicos de la economía clásica

Los postulados básicos de la economía clásica son los siguientes:

  • El libre mercado dará como resultado una asignación óptima de los recursos.
  • El gobierno no debe intervenir en el funcionamiento del mercado. De hacerlo sólo generará ineficiencia y obstaculizará alcanzar el equilibrio de mercado.
  • Los precios se ajustan de manera natural al alza o a la baja (incluyendo los salarios) para que los mercados logren su equilibrio.
  • El mercado del trabajo se encuentra en pleno empleo. Si se observa desempleo este será de carácter friccional o voluntario.
  • La producción total está determinada por el pleno empleo de los recursos. De esta forma, la oferta está dada y los cambios en la demanda sólo generan cambios de precios.
  • La política monetaria es ineficaz.
  • La política fiscal es ineficaz.
  • El valor de un bien está determinado por la cantidad de trabajo que se utiliza en producirlo.
YASSINE AMOR

Principales reprsentantes de la Escuela Clásica

Adam Smith (1723-1790)

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Nació en Escocia y estudió ciencias morales y políticas, como también,  lenguas en Oxford. Se lo considera el fundador principal de la Escuela Clásica.
Él justificó el reparto de la riqueza entre el proletariado y la burguesía porque estas dos clases sociales son las que creaban riqueza. 

  Para Adam Smith, la acumulación de capital se debe a las diferencias de trabajo en condiciones iguales, por eso la burguesía tenía derecho a una mayor parte de la riqueza. Además sostiene que el Estado debe intervenir lo menos posible y dejar que las fuerzas de la oferta y la demanda actúen libremente.

David Ricardo (1772-1823)

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Nació en Londres y se preparó en Holanda para los negocios de su carrera laboral. Fue una de las figuras más destacadas de la Escuela Clásica. 
 Ricardo pensaba que el crecimiento de la población iba de la mano con la expansión económica y que esta generaba un aumento de las necesidades de alimento, que podrían satisfacerse a costos más altos.
Él centró el análisis económico desde la producción a la distribución, siendo una de las grandes aportaciones la teoría del valor-precio.

J. Stuart Mill (1806-1873)

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 Nació en Londres. Fue representante de la escuela económica clásica y teórico del utilitarismo, el cual se conoce como el «principio de la mayor felicidad». Sostiene que uno debe actuar siempre con el fin de producir la mayor felicidad para el mayor número de personas, dentro de lo razonable. La principal innovación al utilitarismo es la idea de la jerarquía de placeres.
Según Mill,  existían las leyes sociales de la distribución. Estas leyes son casi por entero materia de la voluntad de cada uno y de las instituciones humanas, las cuales a su vez, son producto de valores, costumbres, filosofías sociales y gustos cambiantes.

FUENTE: Escuelaclasica