La configuración del mercado laboral ha dado un giro durante la crisis. Hay más mujeres en disposición de trabajar y el paro les ha afectado menos que a los hombres. Eso sí, la economía necesita otro impulso al empleo femenino para hacer frente a sus próximos retos.
Mientras que la tasa del paro masculino se encuentra en el 25%, en femenino se encuentra en el 10%, además ha habido un aumento de mujeres en la población activa. Esto se justifica con la caída de la construcción puesto que es un sector masculinizado, y también con el hecho de que cuando el padre de familia pierde su empleo, la mujer busca trabajo para que entren más ingresos en casa.
En España tenemos una sociedad envejecida y el número de jóvenes no alcanza para cubrir el de personas mayores, además del estancamiento de la natalidad por el que pasamos actualmente.
Según expertos, lo que nos diferencia del resto de Europa, es la manera de tener descendencia. Las mujeres tienden a dejar su trabajo y/o a considerarlo como una segunda opción, al menos durante los primeros años de maternidad. Se cree, que para igualarnos con el resto de Europa, los horarios laborables deberían ser más flexibles y fomentar las jornadas reducidas, para poder llevar a cabo tanto la vida laboral como la familiar.
Sí que es cierto, que las mujeres durante su etapa educativa apuestan por la alta cualificación, pero en el momento de encontrar un trabajo los horarios no son flexibles, los horarios de las guarderías tampoco o incluso la mayoría de empresarios no quieren apostar por una mujer con hijos por el hecho de tener una obligación de peso fuera del trabajo.
«Mientras nuestra sociedad siga pensando que los hijos son cuestión de la mujer que los tiene no avanzaremos nada», De la Rica, economista.
Fuente: Expansión
Watching International Economy 
» a mayor participación laboral de la mujer, mayor desigualdad»;( Osvaldo Larrañaga, economista de la U. de Chile, en «Distribución del ingreso en Chile,…»); ello porque el aumento de la participación laboral de las mujeres ha sido mayor en los sectores de más altos ingresos ; así, ellas han tendido a desplazar a varones de sectores sociales más bajos, estancando el proceso de redistribución del ingreso (índice Gini está igual o ha empeorado en los últimos años en Chile, p..ej. en la administración Bachelet) .
Y las mujeres de clase alta que se incorporan al mundo laboral , no lo hacen para satisfacer necesidades básica, sino unas de desarrollo y realización personal (no constituyen el ingreso principal de sus núcleos familiares); los hombres, en cambio, para satisfacer necesidades básicas de legitimidad social y sustentar a sus entornos familiares.
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